domingo, 1 de marzo de 2009

Y ahora ella....






Aquel día ella comprendió que todo aquel mundo nunca había existido. Su débil corazón de sirena había creado todas aquellas maravillas tan sólo para poder sobrevivir en un mundo hostil en el que ya no deseaba habitar.... Ese día, sin quererlo, comprendió que el ser humano es mezquino, que nadie arriesgaría los cimientos de su vida sólo por una bella sirena, de piel blanca y grandes ojos sinceros.... Aquel día comprendió, por la fuerza, que los lobos la despedazarían sin piedad si no aprendía a protegerse. Luchó, luchó contra ella misma y sus fantasmas, luchó y lloró mil noches, pues no quería convertirse en uno de ellos. No quería convertirse en uno de esos espectros grises alienados por su propia existencia......no quéría dejar de sentirlo todo tan profundamente ni dejar de conmoverse cada día,ni dejar de oscilar de un polo al opuesto en cuestión de minutos, ni tampoo no volver a temblar de emoción con el contacto de cada uno de los aromas que la arropaban cada día.....no quería, por dios, no quería!! Es que nadie podía oirla? Es que nadie era capaz de percibir tal sufrimiento interior? Cómo todas esas sombras podían pasar a su lado cada día sin estremecerse por su dolor? Pero qué otra opción quedaba a esta pobre sirena? Qué podía ella hacer si no era convencerse finalmente de que tanta crueldad era real y palpable en ese mundo al que ya no deseaba pertenecer.....


Era aquí donde había sido destinada por fuerzas ya incomprensibles a pasar el resto de sus días, y era con este mundo con el que debía fundirse y mimetizarse.


Así que reunió con cuidado todo su dolor, y lo fue transformando amorosamente, pasando de la rabia a la frustración, y luego a la apatía, al desencanto, y finalmente a la (casi) indiferencia.....


Pero nunca más volvió a creer en el ser humano a partir de ese día. Desde ese momento sintió una franca repugnancia por tal especie cruel y despiadada. Cobarde e hipócrita, tan sensible a los instintos carnales, pero tan falsa y voluble en su interior.


Queda por tanto esta introducción a disposición de aquellos lectores de los textos precedentes, sin otro objeto que el de mostrar que todo ha de ser juzgado siempre desde todos los puntos de vista posibles. Nuestra sirena no es mala, no es mezquina ni orgullosa. Es simplemente, otro de esos seres atormentados que decidieron no sufrir más por ningún otro semejante....


No la juzguen, pues, injustamente......ella es como todos, al fin.

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