viernes, 17 de febrero de 2012

Movimiento






















Fluir de corrientes cargadas de nuevos aromas.


Ilusión de nuevo.


Esperanza.



Extraña paz al saber lo finito de su existencia, por conocer que ciertamente existe un final para todo. Tranquilidad embalsada en armonía con la ilusión de amar profundamente el tiempo de espera.



Tristeza. Tristeza por saber que todo lo que había amado durante su estancia en el mundo habría de abandonarla alguna vez. Tristeza por ese exceso de amor a la vida. Tristeza por no poder retener, aspirar, abrazar, ver, respirar y vivir con (muchísima) más intensidad cada uno de esos segundos que inevitablemente se escapan, como aquellas corrientes de agua que la trajeron aquí hace tiempo.



Vida. Vida y muerte. Vida en definitiva. Cambiante, sangrante y angustiosa. Dulce y tranquila en ocasiones.




Tristeza por el cambio, y tristeza también por lo estático, por todo aquello que no pudo cambiar, por todo lo que dejó marcharse, así como por lo que retuvo habiéndolo debido dejar marchar....



Tristeza y vida. Tristeza infinita por querer tanto (tanto!) a la vida....